Al diseñar su primer reloj de pulsera, Rafael Moneo partió de los relojes que había diseñado para las torres de Logroño y de la Estación de Atocha, en Madrid. Para alcanzar el cuadrado perfeto, optó en su diseño por un sistema sorprendente de unión al brazalete en el propio interior del reloj. Los números romanos son altos y finos, evocando los antiguos relojes de sol y marcan fuertemente la esfera que se distingue por la simplicidad y por el equilibrio. Las agujas incorporan las líneas rectas que definen todo el conjunto.
Edición especial numerada.